En un escenario repleto de incertidumbre y altamente volátil en el que nos encontramos, no se terminan de definir los mecanismos biológicos del SARS-CoV-2, y ante la ausencia de vacunas y tratamientos efectivos contra la enfermedad que provoca, COVID-19, es necesario centrar los esfuerzos preventivos sobre aquellos aspectos que sí podemos controlar y que pueden comprometer el buen funcionamiento del sistema inmune y del organismo en la lucha contra las enfermedades infecciosas.
Certificado por el estudio publicado en 'Mayo Clinic Proceedings'. El trabajo de expertos del Hospital Henry Ford de Detroit (EEUU) concluye que la capacidad máxima de ejercicio determinada a partir de una prueba de esfuerzo antes de la infección por SARS-CoV-2 se asocia de forma directa con la probabilidad de hospitalización por COVID-19.
Se analizaron los datos de aquellos pacientes que se habían realizado una prueba de esfuerzo en el hospital entre los años 2016 y 2020, y se centraron en los positivos por COVID-19, 246 en total. De estos pacientes, un 36% (89) acabó siendo hospitalizado, que correspondían precisamente con los que peores resultados habían obtenido en el test de esfuerzo en parámetros como capacidad pulmonar, resistencia a la fatiga o en los datos del electrocardiograma. Sólo 1% de estos pacientes falleció.
La condición física se moderada por la edad, la genética y la presencia de enfermedades crónicas, y está fuertemente influenciada por la actividad física, especialmente el entrenamiento con ejercicios estructurados.
Además de mejorar la condición física, el entrenamiento con ejercicios cardiorrespiratorios mejora la función inmunitaria, reduce la inflamación de bajo grado y reduce el riesgo de infecciones respiratorias.
En conclusión, el trabajo de los expertos encargados de esta investigación evidencia que el ejercicio físico regular, aunado a otros aspectos importantes como la dieta, el descanso y el manejo del estrés, inciden de manera decisiva en nuestro sistema inmunológico y en la capacidad de defensa frente a infecciones como el COVID-19, que lamentablemente todavía estamos lejos de comprender en su totalidad. Por lo que, la mejor vacuna en la actualidad, son las acciones sobre las que tenemos un mínimo control.